Torrecilla seguirá al frente del Hércules: ahora toca construir un equipo para ascender

Este miércoles 5 de junio de 2025, a mediodía, se ha producido una reunión clave para el futuro del Hércules. Durante una hora y media, Rubén TorrecillaPaco Peña y Enrique Ortiz se han reunido en las oficinas del estadio José Rico Pérez. Al finalizar, un gesto ha despejado todas las dudas: Paco Peña y Rubén Torrecilla han posado abrazados para los medios presentes, dejando claro que el técnico seguirá liderando el banquillo herculano la próxima temporada.

Una imagen vale más que mil palabras, y la que ha cerrado el encuentro de hoy simboliza más que un simple acuerdo. Representa la continuidad de un proyecto que, con todas sus dificultades, logró lo impensable: devolver al Hércules a Primera Federación cuando pocos creían que fuera posible.

Pero el verdadero reto empieza ahora.

Una base sólida no es suficiente

Como ya analizamos recientemente, mantener a Torrecilla es una decisión valiente y lógica. El entrenador ha demostrado carácter, compromiso y capacidad de liderazgo en un entorno hostil. Sin embargo, no basta con conservar el timón si el barco no está preparado para el viaje.

El Hércules necesita más que un buen entrenador. Necesita una plantilla de categoría superior, diseñada no solo para competir en Primera Federación, sino para ascender y mantenerse en Segunda. Hay una base buena —Abad, Roger, Moreno, Solde, Nico—, pero hay que reforzarla con incorporaciones del mismo nivel o superior.

Separar poderes, unir esfuerzos

La reunión de hoy debe marcar el inicio de una etapa más estructurada. Torrecilla no puede volver a ser entrenador, portavoz y director deportivo. Es momento de delegar, organizar y profesionalizar. Que cada cual asuma su rol. La dirección deportiva debe confeccionar el equipo. Torrecilla, dirigirlo. La propiedad, sostener el proyecto con decisión.

Del gesto a los hechos

Hoy hemos visto el abrazo. El símbolo. Ahora hay que pasar a los hechos. Fichajes. Renovaciones. Un plan. Porque el Hércules no puede permitirse otra temporada de improvisación o de medias tintas. El objetivo está claro: ascender a Segunda División. Y para eso hace falta algo más que ilusión: hace falta jugadores de clase A jugando con jugadores de clase A, a lo que se les pueda exigir lo máximo.

La exigencia perdida

En redes sociales se comenta que el Hércules ha perdido esa exigencia que lo caracterizaba en otras épocas. Y es cierto: demasiados años en categorías no profesionales terminan por diluir el gen competitivo de cualquier club. Pero también es injusto exigir excelencia a una plantilla que, al menos en casa y hasta el tramo final, lo ha dado todo. Fuera de casa, sí, los números han sido decepcionantes, y es probable que el equipo y el propio Torrecilla hayan pecado de conformismo. Pero ¿qué margen había? La plantilla era corta, y varios fichajes no han estado a la altura, algunos de ellos incluso propuestos por el propio técnico. Exigir peras al olmo no es realista. Se ha perdido exigencia, sí, pero exigir sin valorar el contexto es tan peligroso como no exigir nada.