Está claro que cuando enfermamos; El ser humano tiene tendencia a acudir a la consulta médica para buscar un diagnóstico acertado de lo que le sucede en ese momento.

Dependiendo de los síntomas que tenga el paciente, requerirá una especialidad determinada para sanar en mayor o menor medida.

Incluso es bastante común que la persona que presenta determinadas patologías, deba recurrir a distintos profesionales de la misma especialidad para buscar segundas y hasta terceras opiniones en busca de la cura milagrosa.

Nunca se tiene la fiabilidad del 100%, hasta que no comprobamos que la medicina recetada y suministrada por cualquiera de las vías, ha surtido efecto con el paso de los días, pues se vuelve a la normalidad absoluta.

Actualmente, si hacemos de doctor de lo que le ocurre al equipo blanquiazul, podemos diagnosticar según nuestro conocimiento, que no estará lejos de la realidad y probablemente seamos veraces con nuestra respuesta.

 Pero para conocer la realidad, deberemos acudir al licenciado Torrecilla, para que nos indique cual es el problema a la hora de rendir fuera del Rico Pérez, donde el enfermo muestra un encefalograma plano y sin visos de mejora.

Observamos como la esperanza de mejorar, cada dos semanas es irreal, contemplando como el estado de salud sigue empeorando y como se van consumiendo todas y cada una de las oportunidades que la jornada le brinda al equipo. El enfermo sigue en estado vegetativo. Como una especie de coma inducido. 

Muy de vez en cuando, parece tener una ligerísima mejoría, pero es más propia de la ilusión de aquellos que lo desean, que lo que manifiesta el paciente.

El espectador comprueba desde su prisma, que el ‘medicamento’ suministrado nunca mejora las prestaciones, volviendo a enfermar cada 15 días.

En este caso, es obvio que, si el enfermo siempre muestra los mismos síntomas, será porque el remedio suministrado no es el indicado para sanar y si el doctor redunda en ello, lo que está demostrando es su incapacidad y su empecinamiento a la hora de repetir errores. 

Podemos achacar su incompetencia o su torpeza a que reitera sus errores una y otra vez, a sabiendas que no logrará el objetivo. 

Eso en un doctor sería negligencia, ya que actúa de manera indolente por la salud de su paciente.

Recomendaremos al médico que debe hacer sanar al enfermo, utilizar nuevos medicamentos en forma de sistemas o terapias psicológicas que devuelvan la confianza y la energía mostrada como local. 

De ese modo, el enfermo mejorará y dejará atrás el trastorno de bipolaridad tan marcado a lo largo del año.

Gracias por la receta, doctor.