Ilusión o realidad ( La copa Mola)
Debemos reconocer que una de las medidas que se tomó con algo de sentido hace unos años en la RFEF, es la remodelación de la copa del rey.
Antes era un «tostón» sin igual, hasta las fases finales, en las que ya se jugaban los partidos de ida y vuelta a cara de perro, pues era cuando se definía quien se iba a disputar el trofeo.
De un tiempo a esta parte, cualquier equipo por humilde que sea, tiene derecho a soñar, con recibir en su campo a un equipo de primera división y por qué no, plantarle cara e incluso eliminarlo.
Para ello, tendrán a favor toda una serie de condicionantes, desde su enfervorizada afición que poblará las gradas supletorias del municipal de turno, pasando por las condiciones de su terreno de juego (normalmente césped artificial y no precisamente de última generación) lejos de las grandes dimensiones a las que están acostumbrados el equipo grande de la eliminatoria y finalizando por la climatología a la que están tan acostumbrados.
Podremos comprobar televisión mediante, que la humilde instalación deportiva, está repleta de mayor aforo que el de un día normal de partido, siendo todo un evento para el municipio del equipo de la localidad, para los pueblos vecinos y por qué no decirlo, para toda la región.
Antaño, se conformaban con hacer un taquillazo, que les hiciera cubrir la totalidad del presupuesto anual o en el mejor de los casos, hacerles un gol, algo que se celebraba como fiesta nacional en el pueblo y el autor era subido a los altares, siendo el personaje más conocido del año en el municipio, hasta el punto de formar parte de una coalición política determinada en las siguientes elecciones o de ser el pregonero en las fiestas patronales.
Actualmente, raro es el equipo de superior categoría, que no sufre en el encuentro, a pesar de finalmente llevarse la eliminatoria.
O aquel que de forma agónica consigue llevar el encuentro a la tanda de penaltis, para dilucidar el equipo clasificado, poniendo a prueba la fortaleza de miles de corazones.
En el peor de los casos, conlleva un descalabro deportivo, siendo eliminado de la competición por el equipo menor, para vergüenza de su afición, que no entiende que un equipo de jugadores no profesionales, haya conseguido derrotar a su equipo del alma.
Un equipo plagado de fontaneros, mecánicos, albañiles y todo tipo de profesiones, que tienen en el fútbol, su afición y su válvula de escape del stress diario, lejos de los focos de sus rivales de esa noche, que consiguen su gran noche, como cantaba el gran Raphael.
Por ello, no nos queda otra que agradecer a la RFEF, que se haya implantado este modelo, a imagen y semejanza del inglés, para deleite y disfrute del aficionado de a pie y así poder vivir grandes gestas, año tras año, deseando que la sorpresa negativa no sea la del equipo del que eres seguidor.
Por ello, año tras año, vemos que son más los equipos modestos que luchan por entrar en una copa, que hace más ilusión que otrora.
Al que inventó el eslogan de la copa debemos felicitarle, ya que es un gran lema. Simple, pero que llega a todo aquel que vive el fútbol con pasión.
Y es que la COPA MOLA.