A sus majestades los reyes magos de Oriente
Queridos reyes magos…
Con esas tres palabras, empieza cualquier carta que se precie de ser enviada a sus majestades de oriente.
En ellas que se detallan el buen comportamiento y todo tipo de buenas actitudes que ha tenido el escribano de turno, para a continuación, solicitar su lista de deseos, posibles en algunos casos e imposibles en otros.
Extrapolándolo al mundo del fútbol, comenzamos la época, en la que aquellos que no hicieron los deberes de manera correcta allá por agosto, tienen ahora una segunda oportunidad.
Son como los malos estudiantes y las recuperaciones. Aquello de, en la vida (siempre), hay segundas oportunidades.
En esta época, saldrán nombres y más nombres deseosos de salir del lugar en el que se encuentran actualmente, ya que o no juegan o ven en el equipo que ha desatado la rumorología una nueva oportunidad, pudiendo ser la última de su carrera, decidiendo a toda costa, subirse a ese tren en marcha.
En la mayoría de ocasiones, son los agentes e intermediarios de este vil mercado, los que ponen en el escaparate a tal o cual jugador, para ser observados.
A sabiendas que son muchos los clubes que necesitan cubrir una determinada posición para contentar a su afición y a su entrenador, que ve este mercado de invierno, como una tabla de salvación y así poder llegar al objetivo demandado por la dirigencia a principio de temporada.
No soy muy partidario de este mercado, en el que no se encuentran grandes gangas. Si podemos encontrar medianías a precios desorbitados a medida que llegamos a los días finales del mercado y los clubes no han llegado a acuerdos con los representantes (aprendices de fenicios en la nueva era) por demandar contratos fuera de toda lógica, a sabiendas de la cantidad astronómica económicamente hablando que piden para sentarse en la mesa y entablar un acuerdo beneficioso para ambas partes.
Por todo ello, se suele decir que los fichajes del mercado de invierno, no suelen ser beneficiosos para los equipos. Rara vez, son más allá de un parche, que sirve para cubrir huecos y que jamás se asentaran en el once inicial.
Las excepciones, como las brujas, haberlas haylas, pero se pueden contar con los dedos de una mano entre todos los equipos que forman el fútbol profesional y semiprofesional en los últimos años.
Se trata del clásico «juego» de la oferta y la demanda. Es como las disputas que sostuvieron en el pasado Keynes y Say, pero a otros niveles.
Al igual que en el artículo de «La Noria» publicado a principios de junio tengo el mismo pensamiento que entonces, saldrán 1000 nombres para entretener al personal y beneficio de los de siempre, normalmente los medios de comunicación.
Mientras que el fichaje realizado, llegará sin hacer ruido y probablemente la última semana antes del cierre.
Todos conocemos la ilusión que despiertan los reyes magos, a los que, en muchas de esas misivas, se les demandan imposibles, a sabiendas de la escasa probabilidad de que acaben llegando.
Pero, ¿quién no ha fantaseado con algún imposible?
En las conversaciones, tertulias futbolísticas y demás comprobamos, la querencia por determinados caprichos, con el conocimiento de que son eso, fantasías.
Es por ello que gracias a lo bien que me he portado, deseo que me traigáis todo aquello que he pedido.
Gracias Baltasar.