El poder de transformar lo imposible: Jobs, Torrecilla y el campo de distorsión de la realidad
¿Qué tienen en común un visionario tecnológico y un entrenador de fútbol? Más de lo que podrías imaginar, si hablamos del poder de transformar percepciones y hacer posible lo imposible.
Cuando leí la biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson, una de las muchas cosas que llamaron mi atención, fue lo que los empleados de Apple denominaban «campo de distorsión de la realidad» o RDF (Reality Distortion Field). Este término estaba inspirado en un episodio de la serie Star Trek, en la que unos alienígenas eran capaces de crear su propio nuevo mundo tan solo utilizando su fuerza mental. Aunque el concepto está íntimamente ligado a Steve Jobs, encontré similitudes con situaciones recientes en el Hércules C.F. bajo la dirección de su entrenador, Rubén Torrecilla.
El RDF describía el carisma que transmitía Steve Jobs en sus discursos. Según Andy Hertzfeld, uno de los miembros originales del equipo de ingenieros que desarrolló el Apple Macintosh, Jobs era capaz de primero convencerse a sí mismo, y a todo aquel que se encontraba a su alrededor «de que creyeran casi cualquier cosa con una mezcla de encanto, carisma, bravuconería, hipérbole, marketing, apaciguamiento y persistencia».
Quienes estaban dentro del campo percibían cómo las dificultades se minimizaban, los plazos de ejecución se reducían y cualquier tarea imposible se volvía alcanzable. Un ejemplo del RDF en acción es cuando Jobs animó a su colega Steve Wozniak para que crease un juego llamado Breakout, este le respondió que le llevaría meses, pero Jobs le miró fijamente y le insistió en que lo completaría en cuatro días. Woz sabía que era imposible, pero terminó consiguiendo la hazaña. En palabras de otra empleada, Demi Coleman, «Hacías lo imposible porque no te dabas cuenta de que era imposible».
El campo de distorsión de la realidad no es exclusivo del mundo empresarial o tecnológico. En el fútbol, donde las emociones y las percepciones juegan un papel crucial, también encontramos casos que reflejan esta idea, como el papel de Rubén Torrecilla en la transformación del Hércules. De hecho, podemos hablar del Hércules antes, y después de Torrecilla, él mismo lo resumía con la frase «despertar al gigante».
El RDF de Torrecilla: de la crisis a la esperanza
En la previa Hércules – Marbella, el equipo llegaba en una mala dinámica, enfrentándose a uno de los mejores equipos de la categoría. No parecía el partido ideal para revertir la situación y mi pesimismo era claro.
Pero ese mismo día, el entrenador del Hércules, Rubén Torrecilla, pronunciaba estas palabras en rueda de prensa: «La predisposición de ellos es brutal, como entrenan…vamos a intentar hacerles el mismo partido, como al Villarreal, un partido incómodo, ser un equipo vertical, y a ver si de una vez por todas, de todas las acciones de llegada, nos adelantemos en el marcador y podamos tener esa inercia positiva».
Tras escuchar la rueda de prensa, mi percepción cambió ligeramente, y pensé que quizás, el Hércules podría conseguir una victoria. Desconozco lo que sintieron los periodistas presentes en la rueda de prensa, y me intriga qué deben sentir los jugadores cuando Torrecilla les habla en vestuario antes de los partidos. Fue entonces cuando pensé: ¿acaso nuestro entrenador, salvando las distancias, genera su propio campo de distorsión de la realidad? ¿Someterá a sus jugadores a dicho campo? No tengo pruebas, pero todo apunta a que sí.
Sin embargo, el camino de Torrecilla en el Hércules no estuvo exento de momentos oscuros, donde su capacidad para mantener vivo ese campo de distorsión fue puesta a prueba.
La Nucía – Hércules C.F. – Torrecilla dimisión
«Diez puntos en diez semanas. Un mes y medio sin ganar. Cuatro empates seguidos. Más de 300 minutos sin marcar, conformándose con lo mínimo, con correr a la desesperada…situación futbolística que va camino de convertirse en un desastre sin paliativos vista la deriva que ha cogido el proyecto, calcando números de descenso en la segunda vuelta.»
Así empezaba Pedro Rojas, el 16 de marzo de 2024, un artículo cargado de realismo tras un frustrante empate del Hércules ante la Nucía en la jornada 27 que dejaba al Hércules 5º en la clasificación a 9 puntos del primer puesto que daba el ascenso directo. Tras diez temporadas lejos del fútbol profesional, parecía que el Hércules tampoco ascendería en la temporada 2023/2024.
Tras ese partido, Rubén Torrecilla, se enfrentó a los periodistas en una rueda de prensa tensa, y él junto a sus jugadores vivieron momentos desagradables al abandonar el estadio en autobús con la afición coreando «Torrecilla dimisión». Todos dábamos por perdida la temporada.
Rubén Torrecilla respondía en aquella rueda de prensa: «Me molesta, porque hace un mes y medio éramos unos fenómenos… y estando arriba, peleando por el playoff de ascenso y por ascender.» Así trataba de defenderse de los ataques que le llegaban desde todos los flancos, insistiendo en su creencia de que todavía el ascenso era posible. El sueño parecía acabarse, y el héroe que había devuelto ilusión a la afición herculana lanzaba mensajes imposibles, fuera de toda lógica.
El camino hacia el ascenso, que había empezado con fuerza e ilusión, parecía desmoronarse ante nuestros ojos. Sin embargo, lo que ocurrió después desafió toda lógica. Nadie le creyó esa noche, pero el resto ya es historia. El Hércules terminó ascendiendo dos meses más tarde, y además lo hizo como campeón de grupo sin tener que pasar por los playoffs que tan mal se le dan al Hércules.
El campo de distorsión de la realidad puede parecer algo casi mágico, pero en esencia es una herramienta de liderazgo que, cuando se usa bien, transforma lo imposible en posible. Steve Jobs y Rubén Torrecilla, en contextos muy distintos, nos recuerdan que la percepción y la fe en el éxito pueden cambiar el curso de la historia. Más allá de los resultados, su verdadero legado está en cómo inspiraron a otros a superar lo que creían imposible. Ambos, desde sus mundos, demuestran que el verdadero liderazgo no consiste en negar la realidad, sino en transformar las percepciones para inspirar grandeza.
El RDF no es solo una cualidad carismática, sino una herramienta poderosa en manos de líderes capaces de transformar el escepticismo en acción. Jobs y Torrecilla son prueba de que el liderazgo efectivo se basa en moldear percepciones, infundir confianza y empujar a los demás más allá de sus propios límites. Y quizás, al igual que Jobs y Torrecilla, todos podríamos aprender a construir nuestro propio campo de distorsión de la realidad, para enfrentar desafíos que parecen imposibles.
En nuestras vidas diarias, enfrentamos retos que parecen insuperables. Tal vez, lo único que necesitamos es creer un poco más en lo imposible. Y atrevernos. Atrevernos a crear nuestro propio campo de distorsión de la realidad.
El liderazgo no es negar la realidad, es transformarla. Ese es el verdadero poder del RDF.