Se me hace difícil reflexionar y por ende escribir de la situación por la que transita un club al que no sigo sobremanera.

Compruebo que dicho club deambula por la tabla clasificatoria sin «creo» mayor objetivo que mantener la categoría, lejos de ascensos que otrora consiguieron en otras divisiones menores.

Parece difícil, incluso este objetivo, cuando carecen de una masa social que les permita la propia existencia más allá del dinero que pone el mecenas y los accionistas de turno.

Son pocos los seguidores que alientan en las duras y en las maduras a este club, que sin ánimo de enfadar ni ofender a nadie que lo siga, podíamos adjetivar como «peculiar».

Más duras en la época en la que vivimos por obra y gracia de un señor de negocios, que se ha rodeado de fieles consejeros en la corona, que le dicen lo que el mismo quiere escuchar, sin ningún tipo de crítica constructiva, viviendo en su burbuja de cristal, para «malestar» de los accionistas que ven como su inversión lejos de fluctuar al alza, se devalúa sin parangón.

Lejos queda el anuncio de ser el primer equipo español que cotizaba en bolsa, con todo tipo de detalles, prensa incluida y baños de masas, en los que anunciaban a bombo y platillo que el futuro ya estaba aquí. Que eran los pioneros y que iban a hacer fortuna…

Nada más lejos de la realidad. 

Comprobamos que es un club que subsiste a base de ampliaciones de capital en las que las acciones de la sociedad cada vez valen menos, a pesar de que ¡oye! el presidente lo intenta, trae buenos jugadores, no sabemos cómo lo negocia y que les promete, pero cada temporada la plantilla es mejor. 

Otro cantar es el resultado final en la clasificación y las pérdidas año tras año que hacen difícil su subsistencia, teniendo que poner dinero de su bolsillo y a no ser que esté en la lista Forbes, ese preciado bien, se agota, ya que no es ilimitado para su desgracia.

Pues bien, su última gran ocurrencia, no es otra que filtrar la negociación con un afamado exjugador (si, podíamos tildarlo de jugador retirado) que obviamente se deja querer, ya que podía ser su último gran contrato e iba a venir a residir a una de las mejores ciudades del mundo en cuanto a calidad de vida, cercana a la macrourbe de Benidorm que entiendo conocerá de sus tiempos en Reino Unido, siendo la capital del turismo barato y fiesta de los sonrosados turistas que la visitan anualmente. 

Obviamente, tal pelotazo, debía filtrarse a los MMCC para que llegara a la bolsa y de este modo «Mercachina», hiciera efecto y las acciones subieran su valor, pudiendo especular al alza durante varios días, disparando su cotización.

Pasado el huracán, hemos distinguido que únicamente se pretendía un afán económico y no una mejora de la plantilla, aunque para ello tuviera que quemar una bala en forma de revitalizar las acciones.

Más le vale, buscar nuevas formas de mejorar la plantilla y que la misma luche por los puestos delanteros que dan accesos a superiores categorías, pudiendo obtener mayor rendimiento económico por un producto que a día de hoy transita desgraciadamente para su propietario a la sombra de su hermano mayor en la ciudad, más conocido, más famoso y con mayor masa social. 

Basta de embustes, que los mismos tienen las patas muy cortas y basta de «Mercachinas».

Dedíquense a trabajar, desde la base al primer equipo, que la fuga de talento les empieza en categorías bajas.

Mercachina no es un producto, es una forma de vida y la gente ya ha visto que no tiene futuro. 
¿Presente?