Dice la historia, que existía un personaje que por donde pisaba no crecía la hierba. Todos temían al gran Atila, rey de los Hunos.

Pues bien, en la actualidad, se hallan entre nosotros primos hermanos suyos, «metafóricamente» hablando.  Hoy en día, existen personas, que se aprovechan del sentimiento y de la historia de sociedades anónimas deportivas (ya no podemos decir que son clubes de fútbol, me niego a decir eso) para su lucro personal, importándoles un bledo lo que opine prensa, sociedad y afición de su figura pública. 

Lo importante es su cartera y para ello no tendrán ningún tipo de miramientos y reparos, mientras las leyes y los políticos les permitan hacer todo aquello que deseen.

Como al susodicho, todos le temen. 

Para nuestra desgracia, son multitud los inversionistas a los que se aferran estas «empresas» deportivas, cuál náufrago al flotador como última opción de supervivencia. 

Con un denominador común, que por mucho dinero que se posea y se invierta, raro es el caso, en el que se obtiene el éxito deportivo. 

Ejemplos tenemos muchos y variados a lo largo del territorio peninsular con el mismo resultado, fracasos estrepitosos. 

Todos los que llegaron a nuestro fútbol, en loor de multitudes, prometiendo el «oro y el moro», únicamente han conseguido poner de acuerdo en algo a sus aficionados y seguidores, que no es otro que el deseo de venta y su partida más pronto que tarde de su club, al que aman desde que tienen conocimiento.

Estos señores que llegaron en busca de oportunidades económicas para enriquecer su patrimonio, gracias (porque no decirlo) a la mala gestión realizada por los dirigentes que gobernaron los clubs antaño y que gastaron más de lo que la sociedad se podía permitir, en aras de la consecución armoniosa de objetivos deportivos, son los que manejan el juguete a su antojo, con sus reglas, con su forma de dirigir el negocio, bajo su mentalidad, que normalmente está lejos de la nacional, con el resultado conocido de repetir los errores y horrores hasta la saciedad.

 El ejemplo es claro, Valencia CF, Espanyol, Granada, Valladolid, Elche, Almería y un largo etc, donde o no cumplen las expectativas o se convierten en viveros de jugadores con compraventas de dudosa moral financiera, para equilibrar balances de una empresa más.

 Pero ve y explícale todo esto al aficionado de a pie, que trabaja de sol a sol, para sacar el abono y ver a su equipo cada 15 días y que heredó el sentimiento de su padre y de su abuelo. Imposible.

Por eso es muy importante iniciativas de clubs populares, donde todos los socios son iguales en el voto, sin tener que esperar al mecenas caído del cielo. Que tan buena aceptación están teniendo en la actualidad y que rememoran el fútbol romántico.

 O la del 50+1 en Alemania….

Es un retorno al pasado más glorioso. Ojalá más clubes los tomen como ejemplo. Serían como los Fuenteovejunas  modernos…

Y es que como dice un proverbio, Al club X se viene a servir y no a servirse.

Odio al futbol moderno.