La Calma

Como dice el refranero español, que es muy rico y sabio, tras la tempestad llega la calma; Y deportivamente hablando de nuestro Hércules, así ha sido.
Nos situaremos en el penúltimo día de marzo, haciendo una retrospectiva de aproximadamente un mes y medio, cuando nuestro querido Hércules deambulaba por la tabla de clasificación, lejos del objetivo del ascenso directo. De hecho si tuviéramos una máquina del tiempo y pudiésemos viajar al 31 de marzo, para hacer una encuesta a los Herculanos que se plantaron en el Luis Suñer Picó de Alzira, esa tarde soleada en lo climatológico, pero con unos nubarrones negruzcos que se ceñían en torno al equipo y que abrían el infierno de par en par, ni el aficionado más acérrimo y optimista, hubiera pronosticado el ascenso que finalmente se produjo para alboroto y algarabía de la afición que estaba adormilada y anestesiada tras los distintos varapalos sufridos en los últimos tres lustros.
Tras 3 empates consecutivos (a 0 para más inri), dos de ellos en casa contra rivales asequibles por historia, tradición y conceptos futbolísticos, el equipo parecía decir adiós al ascenso directo y comenzaba con la planificación para llegar al play-off de la mejor de las maneras tanto física como anímicamente.
En esas estábamos cuando la afición recibió un nuevo crochet en forma de gol, en esta ocasión del Terrasa y nuevamente en casa. La afición exhausta no sólo cargó contra el palco, sino que la diana de sus quejas, cánticos e iras fueron jugadores y entrenador, sobre todo este último. La afición estaba encendida con la actitud y el juego ofrecido en La Nucia, una semana antes y no haber sido capaces de ni siquiera tener una única ocasión de gol, contra el colista.
Nunca seremos conscientes de lo vivido en aquel partido y que supuso un punto de inflexión, con el gol de Carlos de la Nava en el minuto 88. El Hércules aún estuvo a punto de darle la vuelta en el descuento ante los catalanes. La afición marchó resignada, cabizbaja y cariacontecida por lo sufrido en este último mes y este partido era la puntilla «casi» definitiva.
No sabemos que tecla tocó Rubén Torrecilla, ahí adentro, pero algo cambió. Los jugadores hicieron piña, se cerró el bloque y se abstrajeron del entorno.
Lo demás es historia. Seis triunfos consecutivos, algunos de ellos ante rivales directos y el fin de fiesta con «mascletá» incluida el día del Lleida, con una afición que llevó en volandas a su equipo a comenzar a soñar con retornar al fútbol profesional y es que como dijeron los protagonistas: «Hemos despertado a un gigante dormido» y del mismo modo la afición adormilada, que «hibernaba» ha retornado a primera línea.
Y es que como afirmó un sabio: «Las ligas se ganan en los últimos 10 partidos» y eso es lo que ha hecho el equipo blanquiazul, no perder en esas jornadas, forjando las victorias desde la defensa y un grandísimo portero, añadiendo bastante efectividad a las ocasiones creadas ante portería.
Ahora solo queda instar al consejo a que aprovechen la ola buena, el herculanismo ha tornado a acompañar a su equipo, las nuevas generaciones lucen con orgullo, los emblemas y colores blanquiazules, deseando que este sea el primer paso de un largo recorrido. Por fin han vivido una alegría, tras miles de sinsabores y tristezas. Les aconsejo que se fijen en otro histórico como el CD Castellón, que batió récord de socios en la ciudad y gracias a ese apoyo ha retornado a la liga Hypermotion.
Todo aquello que funcionó manténganlo, hagan promociones para captar a toda esa gente que quiso estar el día más importante en la historia reciente de su Hércules.
Lo merecen ellos y lo merece la ciudad. Esto no ha hecho más que comenzar.